
Hacer música va más allá de solo componer y tocar instrumentos. Se trata de todo un
performance de exposición en plataformas, formato físico, de crear el arte y buscar resaltar, sin importar el género (claro está que hay artistas que son una excepción a esto).
El Black Metal es un subgénero que se ha caracterizado por tener una escena muy tradicional o, más bien, muy arraigada a sus raíces. La oscuridad, lo demoníaco, la ira y los sentimientos más negativos son expresados mediante su sonido y su arte visual. Pero, ¿qué pasa cuando alguien rompe con esto y hace algo distinto en uno de sus elementos? Bueno, eso hizo DRAUGVEIL, el one-man band de República Checa que debuta con su “Cruel World of Dreams and Fears” en 2025 con la portada de disco más disruptiva en mucho tiempo en lo que al Black Metal se refiere.
Una imagen sacada de las mejores portadas de R&B y Pop de los 90, que puede recordarte desde Michael Jackson hasta Luis Miguel. Y vaya que por tener ese estilo ha dado de qué hablar. No hablaré de falta de respeto o de tradicionalismo trve kvlt, pues eso es tema para otro tipo de contenido.

A ver, sé que hay que enfocarse en la música, pero quiero hablar un poco de la portada, pues es un tema bastante interesante. Se supone que el Black Metal es “anti”, así lo ha demostrado la escena durante años, con dialécticas políticas y religiosas que van en contra de algo y no son ningún tipo de “apoyo”. En el caso de DRAUGVEIL con Cruel World of Dreams and Fears, no es que sea realmente anti-Black Metal, sino más bien que va por el lado de ir en contra de los estándares. Quizá le dé muchas vueltas, pero es un poco lo que se deja ver: las rosas, la pose, la espada. Todo es algo que, si bien no es nuevo, se usa de una manera completamente distinta a lo habitual, y eso visualmente impacta. Y ahí quiero llegar: ¿qué tan impactante fue dicho cover art para lo que hay dentro del disco?

Es evidente que esto de alguna forma es una estrategia de marketing que salió bien y mal. La gente en redes sociales habló del álbum por el simple hecho de tener una portada “diferente”. Se llegó a decir que era un álbum completamente “realizado por inteligencia artificial”, “que irrespeta al Black Metal”, “que al final no era tan bueno”, “que es un KËKHT ARÄKH 2.0″, o bien que “la música está buena”, “que no hay que juzgar un álbum por su portada”, “que va más allá de solo un arte ‘ridículo'”. Y todo esto es realmente subjetivo; que te guste o no es una cuestión personal. Lo que sí es cierto es que no se puede negar que, musicalmente, Cruel World of Dreams and Fears es un álbum muy tradicional que se guía e inspira en el Black Metal de los 90. El sonido crudo y frío de las guitarras con esa batería orgánica y las voces rasposas y angustiosas que invaden cada canción. En los 30 minutos que dura nos topamos con música hecha con honestidad que, si bien tiene una carga emocional, también tiene una personalidad basada en el subgénero en su época de nacimiento. Nos encontramos con momentos más modernos, con el uso de efectos de sonido distintos y una fuerte influencia en KËKHT ARÄKH.

Las guitarras son la esencia del disco: sucias, llenas de odio y sin mostrar mayor habilidad, sino imprimiendo sentimiento. Si bien no es algo que llegue totalmente al alma, se siente la honestidad y el cuidado compositivo. Nos encontramos con 10 tracks; la variedad sonora se limita a lo que el género da. No es que se reinvente la rueda ni que busque ser único y diferente como la portada, es ir directo al grano y expresar con frialdad musical un manojo de emociones que se dejan escuchar más que sentir.

Abre “Knight Without a Name”, un tema bien tradicional que de alguna forma es una introducción que muestra muy bien lo que se viene: la influencia es clara y la idea sólida, Black Metal simple y emocional. La siguiente canción es “Moonlit Resurrection”; aquí se acentúa más la angustia y tristeza. Por momentos nos topamos con un teclado a forma de piano que le da ese toque nostálgico que está impreso en el tema, con esa guitarra estridente pero sentida. Le sigue “Griefmarch”, un tema corto, rápido y preciso, muy a la vieja usanza. Suena old sin mucho esfuerzo y quizá no aporte mucho, pero se deja escuchar. “My Sword Points to the Past” es un instrumental que le abre paso a “Wolves Feast on Forgotten Dreams”; aquí nos deja caer una guitarra con un tono más frío. El sweep y la presentación de la misma es entre triste y rabiosa, el riff se convierte y acelera para volver a acoplar con la batería que va simple y acompasada. Tiene unos pocos cambios que le dan identidad y es mi tema favorito por lo que me transmite.

“Etched Oath” es el quinto tema, un intro de batería que suena rimbombante a pesar de ser algo simplón; la producción lo es todo ahí. Aquí vuelve a introducir el teclado casi al final otra vez, por momentos un tono muy NARGAROTH en la guitarra hasta que llega el estribillo donde entra el teclado que rompe un poco la dinámica, pero la melodía suma mucho en el tema. Continúa “Soiltear“; la dinámica del álbum a este punto es mostrar la simpleza del Black Metal. Aquí, como ya dije, no nos vamos a encontrar con la octava maravilla del mundo, sino con música bastante natural hecha de manera simple, pero con sentimiento. La canción va con esta dinámica de riffs intrépidos que bajan un poco el tempo para convertirse en estribillos. La voz igual, con ese tono de angustia y rabia que ya viene desde el inicio. Hay otro instrumental, “Beneath The Armor I Rot“; aquí hay algo un poco distinto. Es un piano que tiene una base de bajos que no suena old y entran unos sintetizadores que le dan un pequeño toque industrial. Luego entran los otros instrumentos a romper, y la canción es una suerte de …AND OCEANS lo-fi. Una vez culminada, entra la última que es “Vortex“; aquí se pone toda la carne en el asador: la voz áspera, las guitarras entre ser muy sucias por el estilo de tocar y la forma en la que se mezclaron, un puente en notas menores que se funde en un ruido que parecen gritos y luego entra todo atropellando: gritos desgarradores, violencia y velocidad, dejando que la música hable para pasar a “When Silence Became My Kingdom“, último track del disco, una suerte de Dungeon Synth lúgubre que va como marcha fúnebre a enterrar el disco en un panteón y así dar por finiquitado Cruel World of Dreams and Fears.
Tracklist:
- Knight Without a Name
- Moonlit Resurrection
- Griefmarch
- My Sword Points to the Past
- Wolves Feast on Forgotten Dreams
- Etched Oath
- Soiltear
- Beneath the Armor I Rot
- Vortex
- When Silence Became My Kingdom
Música y arte divididos. Quizá a nivel sonoro la portada no tenga mucho que ver con todo el contenido, pero lo que sí queda claro es el comentario cliché de “jamás juzgues un disco por su portada”. El álbum en líneas generales cumple; no es la joya de la corona, pero tampoco es un álbum más del montón, y una de las razones por la cual tampoco quedó en esa categoría es por su arte de tapa. Sin ese arte hubiese sido un debut más que se funde en el mar de lanzamientos que es imposible cubrir en su totalidad. Entonces, de alguna forma fue importante hacer ese cover art; es el anzuelo para adentrarse en un disco lleno de matices y una idea sólida que es la de hacer música y ya. Esto no te tiene que gustar porque no está hecho para eso, pero si te gusta, está hecho para que lo disfrutes. Es simple, no tienes que darle vueltas… pero tú también le diste un vistazo, así sea por un meme o por la simple curiosidad que te dio esa foto insinuante y diferente para lo que es este basto y hermoso subgénero. Musicalmente tenemos una buena pieza y si te gusta el género en su etapa más noventera, debes darle oportunidad. Le doy un 8/10.
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