Llevar el arte en todo lo que se hace es algo que los franceses saben hacer muy bien. Su manera de interpretar los conceptos del arte moderno o de antaño se les hace fácil, y saben cómo expresar sentimientos o acciones bañándolas en arte. SETH es una banda que, de alguna forma, convierte esta vena artística en un elemento único para su música. Este 2024 lanzan su séptimo álbum de estudio, “La France Des Maudits“, durante 8 tracks que duran poco más de 46 minutos y fue distribuido por Season of Mist.
Un álbum de Black Metal hoy día es algo que ya sabemos cómo puede ser presentado: la agresividad, la atmósfera y el tipo de producción. Pero SETH no hace las cosas bajo el concepto tradicional. Si bien su base está en un Black Metal más común, su sonido en general es distinto, ya que no llega a ser completamente melódico ni tampoco termina de llegar a lo sinfónico. Los arreglos y composiciones en “La France Des Maudits” llegan al tope de lo artístico en lo que a la música de banda respecta. Todo el álbum tiene un aire de finura y una elegancia que desborda en cada tema, y en lo particular, ese me parece su punto más fuerte, esa manera de usar el arte al más puro estilo francés.
Todo el espectro sonoro de “La France Des Maudits” está fundamentado en un Black Metal melódico lleno de arreglos entre orquestales y sinfónicos. El uso de elementos como coros, órganos, violines o cellos en conjunto crea una atmósfera diferente a lo que podemos estar acostumbrados en lo más tradicional del género. Música impactante pero llena de detalles que denotan que se cuidó cada uno de ellos a nivel compositivo. Las guitarras son el pilar del disco: armonías que se clavan en las canciones, ritmo y precisión que le dan un aspecto señorial a la música sin dejar de ser potente y “Blacker”. Riff filosos y directos que se acompañan con cambios metidos a calzador. La batería es potente, llena de vida y agresividad, cual cañonero en la revolución. Cuando hace fills, estos son importantes ya que, como la música es tan ornamental, los mismos se insertan de manera ajustada al resto de los sonidos. Las voces rasgadas, con el clásico harsh tan característico del Black Metal, pero con una modulación que permite distinguir cada frase y el hecho de que sea en francés todo el álbum, le da un plus a lo que quiere decir la música en cada tramo. Hay secciones en las que se sale del harsh para entrar en una voz más grave, en una especie de grito, y le da dinámica al fraseo de cada tema. El bajo cumple su cometido y, si bien se pierde pues la presencia de todos estos elementos que ya mencioné lo opaca, aun así, si lo detallamos bien, se logra percibir. Pero el verdadero protagonista de todo este ensamble es el teclado. Todo lo que agrega en sonido y atmósfera es un espectáculo digno de admirar. Las cuerdas, los coros, campanas, etc., todo aporta en el momento en que es lanzado, le da vida a las canciones y crea una personalidad para cada una, y así crear un álbum completamente lleno de vitalidad sin nada de aburrimiento.
Las canciones inician con “Paris des maléfices“, una pieza que hace referencia a las famosas catacumbas de París y que es el inicio perfecto para este álbum lleno de arte y satanismo. Un tema enérgico y con muchos detalles desde el inicio, el teclado crea atmósfera, las guitarras forjan el camino del track en el Black Metal, la batería le da potencia y el bajo sostiene el ritmo. Una canción que es el mejor inicio que pueda tener un álbum de este calibre.
Sigue “Et que vive le diable!”, primer single del álbum, un tema que expresa blasfemia, arte, cultura y pasión. Un arranque con una melodía fría que va soltando poco a poco más poder en cada compás, soberbio e imponente. Se acompasa y las guitarras, en ese tono ya característico de la banda, desbordan y atrapan. Los ataques son precisos y no dan tregua, una canción con punch y fácil de memorizar, sobre todo por la especie de coros que le agregan en los puentes.
El tercer track es “La destruction des reliques“. La canción es oscura y tiene un aura densa. El tono de cada instrumento y la manera de entrar en las secciones más rápidas en guitarra y batería le dan un aspecto casi ritual a la canción. Destaca muchísimo el arreglo de los teclados según la parte en la que son colocados. Los versos de la canción no van tan rápido y se siente que están por encima de la música, un tema distinto y que llama mucho la atención.
“Dans le cœur un poignard” empieza con una intro acústica y lenta que va adentrándose en el resto de sonidos del tema poco a poco. La atmósfera de desolación y dolor es casi palpable. La voz va de menos a más en cuanto a tonos, las guitarras son sentidas, y entre versos a veces entra una acústica dándole un aire bien nostálgico que se carga muy bien con los sintetizadores y la batería, que no rompe sino que va al son de toda la melancolía de la canción.
El único tema instrumental es “Marianne“, que es un preludio a la parte final del álbum.
La recta final inicia con “Ivre du sang des saints“. El destino del disco ya está marcado en este punto. Una solidez en este tema, con una entrada exquisita de una guitarra acústica que es el inicio de una canción que tiene un trémolo con mucha personalidad en cada aparición. Sin dejar atrás que la estructura de la canción es excelente pues no es una dinámica rimbombante, sino que se mantiene según el orden de sus partes.
“Insurrection“, mi canción favorita del álbum, es un tema muy “Blacker” al mejor estilo que la banda sabe dar. Finura y ego expresados con un riff incisivo que expresa maldad y satanismo. Según avanza la canción, vamos teniendo detalles que acompañan, como líneas de bajo que van en otra rítmica y una batería acompañada del piano en la parte final. Es un espectáculo cada segundo que dura.
Cierra “Le vin du condamné“, el track más largo de los ocho. Es todo lo que se había mostrado con anterioridad, pero con una carga extra. Siendo el que cierra el álbum, revienta todos los puntos fuertes y los presenta con mucha actitud. Los trémolos, los riffs, los arreglos, la agresividad de la batería que tiene un redoble hermoso justo antes del final, las voces más rasposas o las más graves, y estos elementos yéndose en forma de cierre para finalizar un álbum que es una pieza de arte al más puro estilo francés.
“La France Des Maudits” fácilmente puede ser el mejor álbum de la banda. Todos los elementos que se usan, tanto líricos (con la romanización del satanismo y la violencia) como musicales (decorados y agresivos), están unidos a la perfección. No hay ninguna falla al momento de expresar lo que quiere contar en cada letra. Si bien el concepto no es tan literal como parece, está muy ligado a esos temas y es una parte fundamental del álbum, ya que tenemos letras que nos hablan de la muerte, el satanismo y la caída de Dios. Si lo analizamos, podría referirse a la corona francesa y la revolución que terminó con la monarquía, todo esto llevado de una manera artística exquisita que demuestra la pasión y el trabajo que hizo la banda en todo el disco, desde la portada hasta el último arreglo de composición. Un disco digno de exhibirse en el Museo del Louvre, así que se lleva un 10 rotundo.
SETH es:
- Saint Vincent: Voz.
- Himoth: Guitarras Drakhian: Guitarras.
- Esx Vnr: Bajo.
- Alsvid: Bateria.
- Pierre Le Pape: Teclados.